sábado, 30 de enero de 2016

6'3 grados



Posiblemente muchos ya habréis escuchado: el pasado lunes, 25 de enero, a las 5:22 de la madrugada se produjo un terremoto que se sintió en todo el sur de la península Ibérica.

Concretamente, el epicentro estaba situado en las profundidades del mar de Alborán, a unos 10 km de bajo tierra, más cerca de la costa marroquí que de la costa española, por lo que los estragos fueron mayores en ciudades marroquíes como Alhucemas o en la Ciudad Autónoma de Melilla. La profundidad a la que se produjo el seísmo suavizó la fuerza con la que se sintió en la superficie. Posteriormente se produjeron más de 250 réplicas.



El terremoto fue de 6'3 grados de la escala de Ritcher, esto equivale a una fuerza cercana a unas 31.000 toneladas de TNT. El hipocentro, el punto dentro de la superficie en el que se produjo el terremoto, estaba localizado a 10 km de profundidad. Dado que el epicentro es el punto de la superficie terrestre situado por encima del hipocentro, en este punto el terremoto se siente con más fuerza

En la península, las redes sociales se sacudieron más que la tierra: Hacia las 7 de la mañana #terremoto ya era trending topic. Emergencias 112 de Andalucía recibió más de 250 llamadas escasos minutos después del movimiento telúrico. ¿Debería sorprendernos tanto un terremoto? Técnicamente no.

Mapa de peligrosidad sísmica de España. Instituto Geográfico Nacional


El mar Mediterráneo es una zona sísmica, pues es una zona de choque entre las placas euroasiática y africana. Se han producido terremotos en España antes de este terremoto y se seguirán produciendo. Es más, unos días antes, el jueves, ya produjo uno de 4'8 grados en la misma zona hacia las 14:50.

Según las estadísticas, España sufre un gran terremoto cada 70 años aproximadamente. El último gran terremoto se produjo el 25 de diciembre de 1884 en Arenas del Rey, Granada, con una magnitud de entre 6'2 y 6'5 grados. El más poderoso producido en la península fue el que sacudió la ciudad de Torrevieja, Alicante, el 21 de marzo de 1829, con una magnitud de 6'9 grados en la escala de Ritcher. También destaca el terremoto de Lorca de 2011, con una magnitud de 5'3 grados, que ocasionó graves daños en dicha localidad.

Personalmente, sentir un seísmo puede ser una experiencia sobrecogedora, pero el terremoto, tal como se sintió en la península, tampoco fue para tanto. Yo me desperté al escuchar que algo se cayó, sentí como el suelo temblaba durante unos segundos y después se paró. Nada más. Ni siquiera sentí las posteriores réplicas. No hizo falta llamar a emergencias, afortunadamente, y ni siquiera cogí el móvil para mirar las redes sociales. Es interesante la respuesta corporal de alarma, pues después del terremoto, estuve bastante tiempo desvelado.

Para más información, el IGN dispone de un registro de terremotos producidos en España

Para acabar, quisiera mandar todo mi apoyo a aquellas personas que hayan sufrido las consecuencias del seísmo.

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